jueves, 29 de julio de 2010

Un interminable conflicto romántico


En Eclipse, un vampiro y un hombre lobo se disputan la virginidad de la intocable Bella, planteando un anacrónico asedio con eco de inocentes tiempos pasados, cuando todavía resonaba un melodrama del que ya sólo se recuerda el título: La perseguida hasta el catre.

Este es el tercer capítulo de The Twilight Saga, la popularísima trilogía de Stephanie Mayer que amenaza extenderse a cinco películas. Bella (Kristen Stewart) permanece indecisa entre Edward Cullen (Robert Pattinson) y Jacob Black (Taylor Lautner), pero la situación se está calentando y Eclipse sube un par de grados el tibio termómetro de la previa New Moon.

El nuevo director, David Slade, trata de animar la idílica atmósfera con flashbacks del pasado licantrópico o chupasangre de los protagonistas, con resultados bastante confusos cuando uno de los antepasados alega haber sido coronel en la Guerra de Secesión. En el presente, ambas tribus deben deponer hostilidades ante la invasión de los Neonatos, recién mordidos muertos en vida que emergen de las aguas en zómbico trance de ``allá-voy-yo''.

Slade consigue inyectar más acción que en las muy exangües anteriores, pero sigue siendo muy conveniente haberse leído las novelas de Meyer con tal de descifrar lo que incita a zoológicas criaturas conjuradas por la villana Victoria (Bryce Dallas Howard) y la ya crecidita Dakota Fanning, que viste negro capuchón y pone malignas caras.

El obstáculo sigue siendo el interminable conflicto romántico. Mientras Bella reposa en inconsciente sopor, Pattinson y Lautner discuten largamente las posibilidades de conquistar a la amada inmóvil. O los actores son muy malos o los parlamentos son a prueba de profesionalismo, porque la escena provoca risitas culpables hasta en el público devoto.

Al principio, Bella recita un poema de Robert Frost contrastando los poderes opuestos del hielo y el fuego. Es de suponerse que Cullen es el témpano y Black la candela. sobre todo porque Lautner se quita la camisa y muestra su gimnástica musculatura a la menor provocación. Los adictos sabrán más en la próxima, pero admito que pongo fe en el título y, al menos para mí, éste fue el eclipse.

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